1971-1980

 

1971. Pablo Neruda

Se consideraba alumno de Gabriela Mistral y hoy puede decirse que muchos escritores chilenos se sienten herederos de algunos de sus principios estéticos. Entre otros, Antonio Skármeta dedicó una novela a su historia y la voz nerudiana replica en múltiples voces de diferentes nacionalidades. Generalmente algunos aluden a él por sus escritos de compromiso político, nada irrelevantes por cierto, pero el espectro poético de Pablo Neruda abarca múltiples facetas (donde lo político está siempre presente porque como seres humanos somo seres políticos).

Sin embargo, la frase acuñada por la Academia como expresión por la cual se le otorga al Nobel por su Canto General«por una poesía que con la acción de una fuerza elemental da vida al destino y los sueños de un continente»me suena tibia si se considera que ese libro contiene con mayor fuerza un compromiso que involucra la denuncia de situaciones que atraviesan a Latinoamérica. Hay que recordar también que muchos de los escritores de América Latina de esta parte del siglo son embajadores en otros países y, además de llevar consigo cultura, la traen a esta parte del mundo desde aquellos países con los que se habían perdido contactos: desde esta actividad se entiende, por ejemplo, la incorporación del haiku japonés en diversos escritores americanos (Paz, Benedetti, Borges, entre otros), el conocimiento del teatro Noh y también el modo en que América Latina fue la voz que se levantó para nombrar lo que sucedía, por ejemplo, en España durante y después de la Guerra Civil Española.

Me gusta hoy compartir ese autorretrato que Neruda construyó tan particularmente:

¿Cómo arreglármelas para parecer mal y quedar bien? Es como cuando uno se mira al espejo (o al retrato) buscándose el ángulo bello (sin que nadie lo observe) para constatar que sigue siendo uno mismo siempre.

Algunos se plantan de soslayo, otros imprimirán la verdad de lo que quisieron ser, otros se preguntarán: ¿cómo soy?

Pero la verdad es que todos vivimos anotándonos, acechándonos a nosotros mismos, declarando sólo lo más visible, escondiendo la irregularidad del aprendizaje y el tiempo.
Pero vamos al grano.

Por mi parte, soy o creo ser duro de nariz, mínimo de ojos, escaso de pelos en la cabeza, creciente de abdomen, largo de piernas, ancho de suelas, amarillo de tez, generoso de amores, imposible de cálculos, confuso de palabras, tierno de manos, lento de andar, inoxidable de corazón, aficionado a las estrellas, mareas, maremotos, administrador de escarabajos, caminante de arenas, torpe de instituciones, chileno a perpetuidad, amigo de mis amigos, mudo de enemigos, entrometido entre pájaros, mal educado en casa, tímido en los salones, arrepentido sin objeto, horrendo administrador, navegante de boca, y yerbatero de la tinta, discreto entre los animales, afortunado de nubarrones, investigador en mercados, oscuro en las bibliotecas, melancólico en las cordilleras, incansable en los bosques, lentísimo de contestaciones, ocurrente años después, vulgar durante todo el año, resplandeciente con mi cuaderno, monumental de apetito, tigre para dormir, sosegado en la alegría, inspector del cielo nocturno, trabajador invisible, desordenado, persistente, valiente por necesidad, cobarde sin pecado, soñoliento de vocación, amable de mujeres, activo por padecimiento, poeta por maldición y tonto de capirote.



1972. Heinrich Boll

Cuando se habla de la época en la que circulan obras como la de este escritor alemán, se hace referencia a ella como «literatura de posguerra» o «literatura de escombros». Quizás sea esta la razón por la cual en el dictamen de la Academia se habla de «renovación». Lo cierto es que sus textos abarcan diversas temáticas y ambientes; entre ellas: El tren llegó puntual, Y no dijo ni una palabra, Billar a las nueve y media, Retrato de grupo con señora, es Opiniones de un payaso la destacada con el premio «por sus escritos que a través su combinación de una amplia perspectiva sobre su tiempo y una habilidad sensible en la caracterización ha contribuido a la renovación de la literatura alemana».

 

La amada no enumerada


Ellos han remendado mis piernas y me han dado un puesto en que puedo estar sentado: cuento las gentes que pasan por el nuevo puente. Les da gusto atestiguar con número su habilidad, se embriagan con esa nada sin sentido de un par de cifras, y todo el día, todo el día, marcha mi boca muda como la maquinaria de un reloj, amontonando cifras sobre cifras, para regalarles por la noche el triunfo de un número. Sus rostros resplandecen cuando les comunico el resultado de mi turno de trabajo; cuanto más alto es el número, tanto más resplandecen sus rostros y tienen motivo para acostarse satisfechos en la cama, pues muchos miles pasan diariamente por su nuevo puente… Pero sus estadísticas no están bien. Me da mucha pena, pero no están bien. Soy un hombre en quien no se puede confiar, aunque entiendo que despierto la impresión de lealtad.

En secreto me produce alegría quitarles uno de vez en cuando, y luego también, cuando siento compasión, regalarles un par de más. Su felicidad está en mi mano. Cuando estoy furioso, cuando no tengo nada que fumar, indico solamente el término medio, algunas veces por debajo del término medio, y cuando mi corazón late, cuando estoy contento, dejo que mi generosidad fluya en un número de cinco cifras. ¡Son tan felices! Me arrancan en cada ocasión el resultado de mi mano y sus ojos se iluminan y me dan palmaditas en el hombro. ¡No sospechan nada! Y luego empiezan a multiplicar, dividir, porcentualizar, yo no sé qué. Calculan cuántos pasarán hoy cada minuto por el puente y cuántos pasarán en diez años por el puente. Aman el segundo futuro; el segundo futuro es su especialidad y, sin embargo, me da mucha pena, todo eso no concuerda…

Cuando mi pequeña amada pasa por el puente -y pasa dos veces por día- mi corazón simplemente se detiene. El incansable latir de mi corazón sencillamente se detiene, hasta que ella dobla hacia la avenida y desaparece. Y todos los que pasan en ese tiempo, los silencio. Esos dos minutos me pertenecen a mí, a mí solo, y no dejo que me los quiten. Y aun cuando ella al atardecer regresa de su heladería -yo he sabido entretanto que trabaja en una heladería- cuando pasa por el otro lado de la acera frente a mi boca muda, que tiene que contar, contar, mi corazón se detiene de nuevo y comienzo de nuevo a contar, cuando ya no la veo a ella. Y todos los que tienen la suerte de desfilar en esos minutos ante mis ojos ciegos, no entran en la eternidad de las estadísticas: hombres de sombra, mujeres de sombra, seres de la nada, que no marcharán con los demás en el segundo futuro de las estadísticas…

Está claro que la amo. Pero ella no sabe nada de esto y no quiero tampoco que lo sepa. No debe sospechar de qué modo tan increíble ella anula todos los cálculos, y ella debe ser inocente y no sospechar nada, y con sus largos cabellos castaños y sus tiernos pies marchar a su heladería, y ha de recibir muchas propinas. La amo. Está clarísimo que la amo.

Recientemente me han supervisado. El camarada, que está sentado al otro lado y tiene que contar los autos, me advirtió ya muy pronto y yo hice maldito el caso. He contado como un loco; un cuentakilómetros no puede contar mejor. El superestadístico en persona se colocó allá enfrente, al otro lado, y ha comparado después el resultado de una hora con el resultado de mi hora. Yo sólo tenía uno menos que él. Mi pequeña amada había pasado y jamás en la vida hubiera hecho yo transportar a esa hermosa criatura al segundo futuro; esa mi pequeña amada no debe ser multiplicada y dividida y ser transformada en una nada porcentual. Mi corazón sangraba de tenerla que contar, sin poderla seguir mirando, y al amigo de allá, el que tiene que contar los autos, le estoy muy agradecido.

El superestadístico me ha dado palmaditas en el hombro y ha dicho que soy bueno, confiable y fiel. “Errar uno en una hora”, ha dicho, “no es mucho. Sin embargo, tenemos en cuenta un cierto desgaste porcentual. Solicitaré que sea usted trasladado a contar carros de caballos”.

Carros de caballos es naturalmente una suerte.

Carros de caballos es una alegría como nunca antes.

Carros de caballos hay todo lo más veinticinco por día, y hacer que cada media hora caiga el siguiente número en el cerebro, ¡es una alegría! Carros de caballos sería magnífico. Entre cuatro y ocho no puede pasar ningún carro de caballos por el puente, y podría ir a pasear o apresurarme a la heladería, podría mirarla largamente o podría quizás llevarla un rato hacia casa, a mi pequeña amada no numerada…

 



1973. Patrick White

Narrador y dramaturgo australiano. La obra que figura en primer lugar Tierra ignota es la primera que publicó. Se la menciona en relación con el premio «por un arte narrativo épico y psicológico que ha introducido a un nuevo continente a la literatura». Sin duda alguna, hay otras que merecen ser consideradas: Las esferas del mandala, El árbol del hombre, El valle feliz, El foco de la tempestad.

No es fácil encontrar textos cortos para ilustrar de algún modo el tipo de escritura de este autor. Me resigno en este caso a colocar un breve fragmento de Tres piezas incómodas. Antes, es importante destacar que en varios portales se señala el compromiso de este autor con las culturas aborígenes, el cuidado del medio ambiente e inclusive la visión crítica en relación con la guerra de Vietnam:

«Me gustaría creer en el mito de que nos hacemos más sabios con la edad. En cierto sentido en lo que no creo es en la sabiduría. Aquellos de una generación media, ya sea por caridad o sentimentalismo, se subscriben al mito de la sabiduría, mientras los jóvenes nos ven como objetos dispensables, como muebles rotos o flores muertas. Para los jóvenes prácticamente no existimos a menos que seamos inevitables miembros de la misma familia, echándonos ventosidades, babeando, extraviando constantemente la dentadura y las gafas.»



1974. Eyvind Johnson

Novelista sueco. Odisea, Regreso a Ítaca son algunas de sus obras más conocidas (quizás porque las alusiones a la literatura griega resuenan en sus títulos) y el reconocimiento de la Academia se cuaja en una frase poco representativa de las peculiaridades de su escritura: «por un arte narrativo, previsor en las tierras y las edades, en el servicio de la libertad».

Averiguando un poco más uno puede encontrarse al menos con títulos significativos, independientemente de que merezcan mayor valoración que otros: Era el año 1914: aquí tienes tu vida, por ejemplo.

«Y en esto debemos creer: que la esperanza y la voluntad pueden acercarnos a nuestro objetivo final. La justicia para todos, la injusticia para nadie.»

La que acabo de transcribir parece ser la frase más conocida de nuestro escritor. Poca cosa si se considera que es un Premio Nobel. No he tenido oportunidad de leer algunas de sus obras así que volveré por aquí en cuanto pueda aportar mi propia voz.



Los criterios del Nobel Este artículo que he encontrado por azar en un blog ilustra varias de las cuestiones que hemos ido planteando e inclusive alguna situación a la que he hecho referencia desde la década anterior. No deja de ser una mirada crítica, se coincida o no con la opinión que expresa, y por ello mismo interesante.



            Harry Martinson

Sueco también, Martinson además compartió con su compatriota el Premio Nobel. En este caso se trata de un poeta y su antología Aniara fue destacada «por los escritos que atrapan la gota de rocío y reflejan el cosmos».

DESCRIPCIÓN DE UN VIAJE

         Buscaba lo puramente desnudo.

         Llegué a Senegambia-

         pero la tela de algodón había llegado antes que yo

         a rayas, de lunares y estampada

         como falsas pieles de serpiente amarillas.

 

Negras desnudas solo las había en los burdeles.

Pero una tarde una pobre aguadora estaba desnuda

mirando el río.

Allí pasaba el agua desnuda

y la luna desnuda luchaba con las ropas de las nubes.

Allí me cantó la mujer muy tarde por la noche

su terrible y desnuda canción.

Y había un gramófono afónico que cantaba

un estúpido cuplé erótico

para todo el polen que arrastran los vientos alisios

en la punta más extrema del Cabo Verde.

El bosque y el mar tienen idiomas diferentes.

Yo aprendí los dos.

Existían las mitades divididas que aunque cortadas de un trozo y separadas

No tenían suficientes heridas.

Esto pasa con el mar y el bosque.

El mar me enseñó una unidad

El bosque otra.

De los hombres rara vez aprendí algo tan sabio

como la unidad del mar y la unidad del bosque, separadas.

Antón Castro el texto anterior fue extraído de este blog



1975. Eugenio Montale

En el ámbito de la literatura se desenvolvió como poeta y ensayista. No parece que muchas de sus obras hayan sido traducidas al español. Figuran: Huesos de sepia, La tormenta y otros poemas además de El vendaval y otras cosasque parece haber despertado el interés de la Academia «por su poesía distintiva que, con gran sensibilidad artística, ha interpretado los valores humanos bajo el signo de una visión de la vida sin ilusiones».

Para terminar

Recomiendo a mis herederos

[si los hubiese] en materia literaria,

lo que ya es imposible, que hagan

una hermosa fogata con todo lo que atañe

a mi vida, a mis actos, a lo no hecho.

Yo no soy un Leopardi; dejo poco a las llamas

y es demasiado ya vivir al porcentaje.

Viví al cinco por ciento; no aumentéis

la dosis. Demasiado a menudo, en cambio llueve

sobre mojado.

Hay otros 8 poemas en el siguiente blog, que quizás sean de interés para encontrar algunas de las temáticas de un escritor de quien se ha dicho que sus influencias van desde Dante Alighieri hasta Ungaretti: Ginebra Magnolia



1976. Saul Bellow

Interesante cuestión de identidad en un autor canadiense/estadounidense nacido en una familia de origen judío-ruso. Antes de dedicarse a la escritura debió romper con los designios de su padre, quien deseaba que fuese rabino. Su estilo, entre otras cuestiones, se destacó por su humor y tono ácido, algo que quizás destaca en una obra como Herzog que la lleva a la premiación «por la comprensión humana y el análisis sutil de la cultura contemporánea que se combinan en su obra». Hay quienes destacan con curiosidad que esta obra tuvo más trascendencia entre lectores comunes que en la recepción de la crítica, pese a ser un texto cargado de alusiones filosóficas, históricas y otros componentes que la distancian del best seller; esos mismos creen ver la posibilidad de su éxito en el particular humor que destacamos unas líneas más arriba. Además se destaca a Herzog como «un héroe de los tiempos modernos». Otras obras de este escritor: Carpe diem, Henderson el rey de la lluvia, El planeta de Mr. Sammler.

A continuación una de sus frases (en Carpe diem)

„En realidad hay pocas cosas que se puedan cambiar sólo con quererlo. No se pueden cambiar los pulmones, los nervios, la constitución ni el carácter. Nada de eso está al alcance del ser humano. Cuando se es joven, fuerte e impulsivo y no se está contento con la marcha de las cosas, se siente el deseo de cambiar lo todo para afirmar la propia libertad. No se puede derribar el gobierno ni nacer de otro modo: sólo se cuenta con un horizonte limitado y tal vez el presentimiento de que, esencialmente, no se puede cambiar.“



1977. Vicente Aleixandre

Y luego de algunas décadas el premio vuelve a España de la mano de un poeta que, luego de la Guerra Civil Española expresa parte de la herencia que han dejado Unamuno, Machado, García Lorca…, parte de la renovación que proponen nuevas tendencias estéticas entre las cuales no es posible ya dejar de lado las vanguardias literarias. Son varias sus obras conocidas: Espadas como labios, La destrucción o el amor, Pasión de la tierra, Poemas de la consumación que le vale la obtención del premio «por una creativa escritura poética que ilumina la condición del hombre en el cosmos y en la sociedad actual, al mismo tiempo que representa la gran renovación de las tradiciones de la poesía española entre guerras».

        VIDA

Un pájaro de papel en el pecho
dice que el tiempo de los besos no ha llegado;
vivir, vivir, el sol cruje invisible,
besos o pájaros, tarde o pronto o nunca.
Para morir basta un ruidillo,
el de otro corazón al callarse,
o ese regazo ajeno que en la tierra
es un navío dorado para los pelos rubios.
Cabeza dolorida, sienes de oro, sol que va a ponerse;
aquí en la sombra sueño con un río,
juncos de verde sangre que ahora nace,
sueño apoyado en ti calor o vida.

Elegí este poema (y espero no fallarles) pues se me ha puesto en la cabeza que así como hacemos antologías en donde contrastamos las poéticas de varios escritores, sería interesante (no así original) dedicar alguna entrada a abrir un abanico de miradas en relación con temas como la vida, en este caso, para asomarnos a las distintas visiones del ser humano según cultura y época en relación con aspecto de su existencia.



1978. Isaac Bashevis Singer

צחק זינגער
Este es su nombre en ydish. Me ha interesado, cuando lo he encontrado, transcribir el nombre en el idioma original puesto que constituye una marca de identidad. En este caso se vuelve más significativo aún porque al buscar datos acerca del autor uno se encuentra con versiones paradojales: se indica que escribe en ydish, que es de nacionalidad estadounidense, que nació en suelo judío perteneciente por esa época al imperio ruso y por si esta combinación no fuese ya compleja se agrega a su nacionalidad el aditamento de polaco. Extraña combinación. Entre sus obras figuran: El mago de Lublin, Enemigos: una historia de amor, Cuentos judíos de la aldea de Chelm, El esclavo, Un amigo de Kafka, La muerte de Matusalem y otros cuentos, Un día placentero: Relatos de un niño que se crió en Varsovia: los dos últimos mencionados aparecen como ejemplo de aquello que llevó a decidir su elección para el premio «por su arte narrativo apasionado que, con raíces en una tradición cultural judía polaca, traen a la vida las condiciones humanas universales».

«Es imposible escribir la verdadera historia de la vida de una persona. Supera el poder de la literatura. El relato completo de cualquier vida sería absolutamente aburrido además de absolutamente increíble.“
„Habría que sentir una total indiferencia hacia el hombre y el animal para conseguir ser feliz.“



1979. Odysseas Elytis

Οδυσσέας Ελύτης su nombre en el idioma original. Indagando acerca de sus obras uno se encuentra con que en Occidente conocemos más su nombre que la poesía que ha escrito. Además de la premiada Dignum est  (cuyo nombre está en latín) «por su poesía, que, en el contexto de la tradición griega, describe con fuerza sensual y con lucidez intelectual la lucha del hombre contemporáneo por la libertad y la creatividad», figuran: Sol el primero, Orientaciones, Eros, Eros, Eros; Autorretrato en lenguaje oral.

Este, este mundo


Este, este mundo  *  es el mundo de siempre
El del sol y del polvo  *  del tumulto y la siesta
El tejedor de las constelaciones  *  el plateador de musgos
En el sumergimiento del recuerdo  * en el aflore del ensueño
Este mundo de siempre  * es este mismo mundo
Címbalo, címbalo  *  vana risa lejana!

Este, este mundo  *  es el mundo de siempre
El que saquea el placer  *  el que viola las fuentes
El de encima de los Cataclismos  *  el de debajo de los Huracanes
El ganchudo, el torcido  *  el tupido, el rubio
De noche con la flauta  *  de día con la cítara
En el pavimento de las ciudades  *  en el barbecho de los campos
él, el braquicéfalo  *  él, el dolicocéfalo
el voluntario  *  el rehusado
Hijo de Haggit  *  y Salomón.

Este, este mundo  *  es el mundo de siempre
El del reflujo y el orgasmo  *  el del remordimiento y nubarrones
El inventor de los zodíacos  *  el trapecista de las cúpulas
En el extremo de la eclíptica  *  y en el confín del Universo
Este mundo de siempre  *  es este mismo mundo
Bocina, bocina  *  vana nube lejana!



1980. Czesław Miłosz

Se destacó como poeta. Más allá de la obra premiada, El poder cambia de manos, para «quien con una lucidez no comprometedora expresa la condición expuesta del hombre en un mundo de conflictos graves», se distinguen otras que enumero a continuación. Me interesa en particular un hallazgo: Haikus, puesto que el título remite a un estilo de poema japonés muy antiguo y que en Occidente reaparece gracias a la obra de escritores como Neruda, Benedetti, Borges, Octavio Paz, entre otros. Desconocía este título y en algún momento intentaré encontrar y abordar esa lectura. En cuanto a otras obras: El valle del Issa, My century, Three winters, A year of the hunter (no es que no sepa traducir estos títulos; simplemente, si no aparecen las ediciones en español, me parecería aventurado colocarle un título que sea la traducción literal a una obra cuya versión en español -de existir- posiblemente lleve una frase en sentido figurado).

La caída

La muerte de un hombre es como la caída de una poderosa nación

Que tuvo valientes ejércitos, capitanes y profetas,

Y ricos puertos y barcos en todos los mares,

Pero ahora no socorrerá ninguna sitiada ciudad,

No entrará en ninguna alianza,

Porque sus ciudades están vacías, su población dispersa,

Su tierra que una vez proveyó de cosechas está saturada de cardos,

Su misión olvidada, su lengua perdida,

El dialecto de un pueblo puesto sobre inaccesibles montañas.

Jamlet inculto El poema transcripto aquí arriba pertenece a la entrada de este blog, en el que encontrarán otros poemas más. El link los lleva a la entrada con los poemas de Milosz, pero el blog, Jamlet Inculto, seguramente tiene mucho material para ofrecerles de diferentes escritores