1956: Juan Ramón Jiménez, «poeta de poetas»

Premios Nobel 1951-1960 En este espacio, los datos acerca de Juan Ramón Jiménez y algunos de sus textos (el enlace corresponde a una sección en este mismo sitio). Consta también lo que la Academia señaló como argumento para otorgar la premiación.

«por su poesía lírica, que en idioma español constituye un ejemplo de elevado espíritu y pureza artística».

Cuando se buscan datos acerca de aquel año en relación con el Premio y el discurso de aceptación del Nobel lo que se halla son las palabras de reconocimiento de Hjalmar Gullberg (poeta, dramaturgo y traductor) hacia el escritor así como el discurso que el poeta (enfermo y residiendo en Puerto Rico) dispuso que fuese leído por Jaime Benítez (Rector de la Universidad de Puerto Rico).

En cuanto a la disertación de Hjalmar Gullberg destacan varias cuestiones:

  • Honrar a Juan Ramón Jiménez es homenajear a través de él a toda la literatura española.

Para una generación de poetas en ambos lados del océano que separa, y al mismo tiempo, une los países hispánicos, él ha sido un maestro, el maestro, para todos los efectos. Cuando la Academia Sueca le rinde homenaje a Juan Ramón Jiménez, el rinde homenaje también a toda una época de la gloriosa literatura española».

  • La obra del escritor está vinculada con otras artes (algo propio de la generación en la que se formó), pero en especial con la música y la pintura. En relación con esta última, destaca que la poesía del autor atraviesa diferentes períodos: el primero, vinculado con el verde; el segundo, con el blanco; el tercero, desde 1936, desde su exilio y en forma coetánea con su exilio.

De la misma forma que hablamos de los periodos azul y rosa de Picasso, que nació en el mismo año, los historiadores de la literatura han llamado la atención al predominio de diferentes colores en la obra de Juan Ramón Jiménez. Al primer periodo pertenecen todos los poemas en amarillo y verde—el famoso poema verde de García Lorca tiene su origen aquí. Más tarde, predomina el blanco, y la desnudez del blanco caracteriza la época brillante, decisiva, que incluye lo que se ha dado en llamar el segundo estilo poético de Juan Ramón. (…) Un ascetismo formal llevado a la perfección, que rechaza todo adorno exterior del verso, será el camino que lleve a la simplicidad que es la forma suprema del arte, la poesía que el poeta llama desnuda.

  • Lo que se encuentra en la poesía de J. R. Jiménez no está a plena luz sino que se descubre en la intimidad, en una sensibilidad que atraviesa lo cotidiano con profundidad.

Cuando, poco a poco pero con paso firme, se había librado de los gentiles, cautivadores brazos del simbolismo francés, los rasgos característicos de música e intimidad habrían de quedarse por siempre impresos en él.

Por lo que corresponde a Jaime Benítez, más allá de leer las breves palabras de agradecimiento a la Academia y reconocimiento a la inspiración que ha sido Zenobia (su esposa) que Jiménez había entregado para la ocasión del banquete, destina momentos en particular para rescatar aspectos del poeta:

  • Lo señala como «poeta de poetas»

«Juan Ramón ha sido llamado poeta de los poetas, pero el laico puede acercarse a él si quiere primero pasar de la pura belleza visual de su paisaje, de la encantadora Andalucía, de sus pájaros, de sus flores , Granadas y naranjas. Una vez dentro de su mundo, al leer y releer tranquilamente, uno despierta gradualmente a una nueva «visión viva» en él, refrescado por la profundidad y la riqueza de una rara imaginación poética…»

  • Resalta el valor que en su escritura adquiere la PALABRA.

...nuevas etapas hacia la ansiada identificación del “yo” con el mundo; poesía y pensamiento tiene el propósito de encontrar “el nombre exacto de las cosas”. Gradualmente, los poemas se tornan más concisos, desnudos, transparentes; son, de hecho, máximas y aforismos de la poética mística de Juan Ramón.

  • Por último, destaca que es importante que un premio como el Nobel muestre hasta qué punto disciplinas como la CIENCIA y la LITERATURA abordan en forma diversa pero equivalente la CREACIÓN.

Los premios literarios pueden implicar decisiones más difíciles que las científicas. Sin embargo, deberíamos estar agradecidos al fundador por haber incluido un premio literario en su testamento. Añade dignidad a los otros premios y al acto mismo; Destaca el elemento humano y cultural que tienen en común los dos mundos de la imaginación creadora; Y tal vez, al final, exprese ideas más profundas de lo que los científicos pueden lograr.

Para los que encuentran algo en mis escritos

Tiempo atrás abrí en el blog un espacio, Botella al mar, en donde comparto con ustedes mis producciones poéticas. Agradezco, de paso, los incentivos que he recibido de todos para continuar escribiendo.

Hoy quiero avisarles que debajo de Botella al mar hay una subpágina donde he volcado la única obra de teatro que por ahora tengo escrita. La entretejí hace años, pero sólo ahora me he animado a colocarla en el blog: no les digo nada acerca de su temática para que vayan libres de cualquier idea y puedan luego tener (y compartir conmigo si es posible) una opinión acerca de esta producción.

ANNIE ERNAUX: la literatura como espacio de emancipación

El observador: artículo acerca del discurso de la escritora francesa

Lo que precede son dos fuentes que he utilizado para abordar el discurso de Annie Ernaux del que hablaré a continuación: un artículo que plantea algunas de sus ideas y el texto completo del discurso pero en inglés.

J’ecrirai pour venger ma race

Ya en el artículo de El observador se destaca esta frase (traducida al español: «Escribiré para vengar a mi gente«). Me interesó leerla en el discurso completo para poder tener un panorama más directo del contexto de enunciación y la trascendendia de lo que expresa.

Habiendo enunciado la frase a los veintidós años, Annie Ernaux reconoce haber creído que ser escritora era suficiente para encauzar la justicia social. Señala que fue la literatura el «continente» que eligió en contraposición con su situación social puesto que permite la transfiguración de la realidad. Es más: reconoce que en el momento en que está hablando para quienes escuchan su discurso se descubre buscando la frase que le dé libertad y confianza, como si hubiera una llave.

Menciona también que aquello que la frase encierra quedó luego pospuesto, distante durante algún tiempo. Algunas de las razones que ocasionaron esto se vincula con su condición de mujer en una sociedad en la que la desigualdad hombre/mujer es signo evidente, sumado al hecho de tratarse de una mujer que se inscribe en un contexto en el que términos como anticoncepción o aborto irritan al sector dominante.

Quizás haya encontrado la posibilidad de expresarse, como parte de la generación post guerra, recurriendo a una primera persona (a la que considera una herramienta de exploración) que tanto puede conducir a plasmar historias en forma «transparente» así como también «transversal».

When the unspeakable is brought to light, it is political

Cuando lo indecible sale a la luz, es política

En consonancia con lo anterior, Ernaux considera que el orgullo que siente es más propio de una victoria colectiva. En una época en la que Europa es la muestra de la violencia y la guerra imperialista (menciona al «dictador cabeza de Rusia») el deber de una extrema vigilancia por los que conservar el valor de lo humano como constante e igual para todos se vuelve un imperativo.

La escritura, entonces, se constituye como un acto político. De allí también se deduce que en su modo de abordar la literatura no es posible mirar hacia otro lado ante hechos como, por ejemplo, la rebelión de las mujeres en Irán y sus consecuencias o la exclusión que padecen extranjeros e inmigrantes.

«No puedo decir si lo he llevado a cabo. Fue de esta promesa, y de mis antepasados, hombres y mujeres trabajadores y habituados a tareas que les provocaban morir temprano, que recibí la fuerza y ​​la ira suficientes para tener el deseo y ambición de darles un lugar en la literatura, en medio de este conjunto de voces que, desde muy temprano, me acompañaron, dándome acceso a otros mundos y otras formas de ser, incluida la de rebelarse y querer cambiarlo, para inscribir mi voz de mujer y desertora social en lo que todavía se presenta como un espacio de emancipación, la literatura».

Una muchacha muy bella (Julián López)-experiencia de lectura en el taller Refugio literario

Sólo quiero dejarles aquí la información acerca de la página en la que he realizado una reseña en relación con la obra de Julián López mencionada en el título y el trabajo de lectura que se realizó en forma conjunta en el mencionado taller.

1985-CLAUDE SIMON: lejos del espejo imparcial

Ersilias.com Esta es la fuente de donde recogí el discurso. Sin embargo, debo advertir que hay errores de puntuación, redacción en la traducción y hay segmentos que siendo muy fructíferos no pueden ser replicados con la seguridad de haber respetado el espíritu de lo dicho.

En primer lugar pronuncia unas palabras de agradecimiento, con satisfacción y orgullo por el premio recibido (que obviamente alcanza al país al que representa). Sin embargo, no se trata de un ritual de cortesía sino de un pronunciamiento en el que señala la diferencia entre la actitud de Escandinavia, por un lado, y la de EEUU y su país de origen por el otro (que han demostrado una profunda ignorancia y denigración del autor, su obra así como en otras oportunidades ha sucedido con otros de nacionalidades poco valoradas en el campo intelectual:

No es una mera posibilidad, es decir, o eso me parece, que esta institución tenga su sede y delibere sus elecciones aquí en Suecia, más precisamente en Estocolmo (…)han hecho a Escandinavia tan grande que es una especie de islote privilegiado y ejemplar al margen del mundo férreo de la violencia que hoy conocemos.

Por lo tanto, tampoco es casual que las traducciones noruegas, suecas y danesas de Les Géorgiques, mi último trabajo, hayan sido las primeras en aparecer; ni que el invierno pasado ya era posible encontrar otra traducción en los estantes de una papelería en una aldea remota entre los lagos y bosques de Finlandia. Sin embargo, cuando se anunció este último premio Nobel, el New York Times(por mencionar solo a uno de los dos gigantes cuyo peso monstruoso hoy nos está aplastando) preguntamos en vano a los críticos estadounidenses por su opinión, mientras que los medios de mi propio país buscan febrilmente información sobre este autor virtualmente desconocido y su prensa popular

A continuación se dedica a tratar de desentrañar un conflicto que se ha desatado entre quienes consideran que el escritor es más valioso o talentoso en relación con otros aspectos de su actividad que no conciben como TRABAJO (puesto que consideran que se construye algo «artificial») y otras visiones de la escritura en donde el ARTE es imitación y obra de «artesanos». En este sentido, Claude Simon señala que la idea de la INSPIRACIÓN u ORÁCULO, la «GRACIA» (divina) como componentes relevantes de la literatura no sólo denigran la imagen de trabajo que todo artista debe mantener con lo que produce sino que desnuda una imagen elitista de la obra de arte. También se ha detenido antes a señalar ciertas ridiculeces en relación con el vínculo entre el premio y una cierta «policía política» (no me detengo en este punto por ser ya harto habitual que aparezca en escena); en este punto concluye que en ocasiones este tipo de situaciones, a diferencia de su propósito inicial, terminan por construir un juicio de valor positivo.

(…) De esta manera, al escritor se le niega la virtud de sus esfuerzos, a favor de lo que algunas personas llaman «inspiración», y se convierte en un simple intermediario, un portavoz de la bondad (…) En el mejor de los casos, se convierte en un copista, el traductor de un libro que ya está escrito en otra parte, una especie de máquina de decodificación, cuyo trabajo es entregar, en lenguaje sencillo, mensajes dictados desde un misterioso «más allá».

La estrategia, a la vez élitista y aniquiladora, es obvia. Honrado en su papel de embriagado Python u oráculo, precisamente porque él mismo no es nadie, el escritor ahora, sin embargo, pertenece a una casta exclusiva, a la que nadie más puede esperar ser admitido por sus propios méritos o trabajo (…)

(Cita además a Sartre y a Baudelaire, pero hay problemas en la transcripción de las palabras de ambos que no permiten extraer una cita que no resulte confusa)

En vinculación con lo anterior y también por cuestiones vinculadas con la valoración del cuento y la poesía en el siglo XX, aparece también en tela de juicio el enunciado de «LA MUERTE DE LA NOVELA». En este sentido, Claude Simon sostiene que cierto estilo de novela, bajo la bandera de lo que algunos entienden por REALISMO, ha sido artífice de su propia destrucción. En efecto, distingue aquí entre quienes han hecho de esa narrativa una exhibición de tipos sociales y psicológicos (casi como estereotipos) y los que han llegado a comprender que el REALISMO se fue resignificando y que distintos estilos fueron llevando una evolución desde autores como Balzac a otros como Joyce y Proust

El trágico final de Julien Sorel en el andamio, la muerte de Emma Bovary por arsénico, o Anna Karenina lanzándose debajo de un tren pueden parecer el clímax lógico de sus aventuras, cuyos sentidos morales sirven para subrayar. Pero ninguno puede extraerse del final de Albertine. Proust simplemente la hace desaparecer (uno podría sentirse tentado a decir «se deshace de ella») como resultado de un accidente de conducción banal …

En la fuente citada este fragmento aparece repetido y confuso. Es para mí claro que, sin olvidar el valor de las obras precedentes, Simon intenta mostrar que las nuevas formas de realismo dan otra mirada, otro ángulo de visión de los hechos de la realidad (no siempre vinculados con la moral que sostenía la estética anterior)

Llegado el momento de hablar de su propia actividad literaria, Claude Simon sostiene que, al igual que Paul Valéry, cuando la pregunta es «¿por qué escribe?» no le interesa lo que quiere DECIR sino lo que desea HACER. Cuando el autor se encuentra ante una hoja de papel comienza un trabajo en el que se entrecruzan emociones, recuerdos, imágenes (a veces los de su propia vida en época de guerra) con el lenguaje que los representa. Esta actividad no es previa al acto de escritura sino que se convierte en una simbiosis permanente, un presente continuo y donde se está lejos de que el lenguaje sea un ESPEJO IMPARCIAL (hace referencia aquí a palabras de Stendhal).

E inmediatamente encuentro que, primero: lo que uno escribe (o describe) nunca es algo que haya ocurrido antes del trabajo de escritura. Por el contrario, se produce a sí mismo (en todos los sentidos del término) en el curso del trabajo, dentro de su propio presente.. Es el resultado, no del conflicto entre el proyecto inicial muy vago y el lenguaje, sino, por el contrario, de su simbiosis, de modo que, al menos en mi caso, el resultado es infinitamente más rico que la intención (…) Más o menos conscientemente, como resultado de las imperfecciones, primero de su percepción y luego de su memoria, el autor no solo selecciona, selecciona, elimina, sino que también valoriza algunos de los cientos o miles de elementos en una escena: de inmediato estamos muy lejos del espejo imparcial que camina a lo largo de un camino, al que este mismo Stendhal pretendía … 

Hacia el final, luego de remarcar la relación imagen/lenguaje y habiéndose detenido a señalar algunos aspectos de lo que diferentes escritores y teóricos consideran FÁBULA, Claude Simon concluye en que las palabras son signos, encrucijadas de sentido. Indica además (luego de haber establecido un paralelo entre la evolución de la pintura y la de la literatura) que se trata de MOSTRAR y PRODUCIR (y no demostrar o reproducirse) y que las palabras no descubren sino que EXPRESAN. La obra literaria se gesta en un CONJURO en el que el lenguaje contiene un mundo propio.

Es en su búsqueda de esta interacción que quizás uno pueda concebir una participación por el acto de escribir que, con toda modestia, contribuye a cambiar el mundo cada vez que, incluso en el más mínimo grado, cambia la forma en que el hombre, por su lenguaje, se relaciona con ello. Sin dudas, el camino seguido será muy diferente del del novelista que, comenzando desde un «comienzo», llega a un «final» (…) Nada es seguro, ni ofrece ninguna otra garantía que la que Flaubert, después de Novalis, habla de: una armonía, una música. Al buscarlo, el escritor solo progresa laboriosamente. Sintiendo su camino hacia adelante como un ciego, sube al callejón sin salida, se atasca y comienza de nuevo. Si a toda costa debemos encontrar alguna edificación en sus esfuerzos, se podría decir que se trata de ver que siempre estamos avanzando a través de las arenas que se desplazan bajo nuestros pies. 

KNUT HAMSUN: la mirada hacia la juventud

Previo al discurso, el profesor Oscar Montelius se dirigió al Sr. Hamsun: «Sé que prefiere que se hable de usted lo menos posible; pero no puedo dejar de asegurarte que todos los que admiramos tu Crecimiento de la Tierra nos regocijamos de haberte conocido personalmente.»

Discurso de aceptación del Premio Nobel Como en otras ocasiones, coloco el enlace a las palabras del escritor.

NOTA: Esto no es propio sólo de este discurso; lo he notado en otros pero olvidé hacer la advertencia. Cuando yo cito parte de los discursos en el artículo hago las correcciones necesarias; en el caso de los enlaces, verán que en las traducciones que realizan de estos discursos muchas veces se deslizan errores de tipeo o de expresión que deben haber pasado inadvertidos (no para mí, pero no me parece que me corresponda reescribir la publicación citada).

El autor noruego fue galardonado en 1920. Destaqué en primer término lo que Oscar Montelius señaló del escritor por lo que veremos enseguida en el discurso de Hamsun.

Como en cada caso que he abordado las palabras de los primeros artistas premiados, se trata de un enunciado breve y sobre todo dedicado a demostrar el agradecimiento acerca del honor recibido. Lo que destaca, en este caso, es la referencia que realiza no sólo en relación con su propia juventud ya pasada sino con respecto a la actual de otros autores y a la que involucra a todos los que puedan encontrarse en esa etapa en cualquier parte del mundo en la que estén desarrollando su obra.

No sé qué debo hacer, no sé qué es lo correcto, pero levanto mi copa por la juventud de Suecia, por los jóvenes de todas partes, por todo lo que es joven en la vida.

El ansia de la juventud que manifiesta a lo largo de su discurso se relaciona con su idea acerca de que, si bien en la vejez la vida también ofrece oportunidades, es en aquella etapa cuando tenemos la oportunidad de «dejarnos llevar»: sólo aquellos que han sido criados como conservadores, que nacen viejos y ligados a la prudencia, tienen negada esa posibilidad.

No hay peor destino para un joven o una joven que atrincherarse prematuramente en la prudencia y la negación.

Destaca que antes de que él empezara a hablarles un orador señaló que tenía un modo propio de escribir. Sin quedarse en ello, agrega Hamsun que también se aprende de los otros y es digno reconocer la herencia recibida de una u otra forma; sólo le falta fuerza para hacerlo cabalmente, según su modo de ver, porque ya no es joven.

(…) he aprendido algo de todos y ¿qué hombre hay que no haya aprendido un poco de todos? He tenido mucho que aprender de la poesía de Suecia y, más especialmente, de sus letras de la última generación. Si estuviera más familiarizado con la literatura y sus grandes nombres, podría seguir citándolos (…) viniendo de una persona como yo, esto sería un mero efecto de sonido superficial sin una sola nota de bajo que lo apoye. Ya no soy lo suficientemente joven para esto; No tengo la fuerza.

Insiste en esta imagen cuando finaliza sus palabras mencionando que, dado que ese es el único don que no han podido otorgarle junto con el premio, es justo que se dé un paso atrás ante los jóvenes sin perder de vista hacerlo con dignidad y gracia.

Hoy me han prodigado riquezas y honores, pero me ha faltado un don, el más importante de todos, el único que importa, el don de la juventud. Ninguno de nosotros es demasiado viejo para recordarlo. Es adecuado que los que hemos envejecido demos un paso atrás y lo hagamos con dignidad y gracia.

Sin embargo, no debo complacerme en sabiduría casera aquí ante una asamblea tan distinguida, especialmente porque me seguirá un representante de la ciencia. Pronto me volveré a sentar, pero este es mi gran día. ¡He sido señalado por su benevolencia, elegido entre miles y coronado con laureles! En nombre de mi país agradezco a la Academia Sueca ya toda Suecia el honor que me han otorgado. Personalmente, inclino mi cabeza bajo el peso de tan grandes distinciones, pero también estoy orgulloso de que su Academia haya juzgado mis hombros lo suficientemente fuertes como para soportarlas.

RUDYARD KIPLING

“Existe una antigua leyenda que cuenta la historia de un hombre que, al ser el primero en lograr una hazaña de enorme importancia, sintió la necesidad de contárselo a la tribu. Tan pronto como empezó a hablar, sin embargo, empezó a enmudecer y, faltándole las palabras, se sentó. Entonces se levantó—según cuenta la leyenda—un hombre que no había tenido maestro alguno, que no había tomado parte en la acción heroica de su compañero y que no tenía virtud alguna salvo estar tocado —esa es la expresión—por la magia de la palabra precisa. Él vio, él narró; y describió los méritos de aquella hazaña de tal manera que, nos asegura la leyenda, las palabras “cobraron vida y empezaron a caminar por el interior de los corazones de quienes escuchaban”. Desde ese momento, al comprobar la tribu que las palabras estaban vivas de verdad y temiendo que el hombre de las palabras pudiera crear con ellas historias falsas para contar a los hijos de la tribu, lo capturaron y lo mataron. Pero más tarde descubrieron que la magia estaba en las palabras, no en el hombre”.

No he logrado encontrar el discurso completo del escritor indio premiado en 1907. De todos modos, y aunque quizás más adelante vuelva sobre este escritor cuando encuentre el texto completo, me parece pertinente hacer una primera aproximación a partir de lo que he extractado en las líneas anteriores (del artículo mencionado al comienzo). Por otra parte, recordemos que los primeros discursos (ya lo hemos visto en entradas anteriores dedicadas a Tagore, Lagerlöff, Mistral…) solían ser más breves y más centrados en el agradecimiento que en el desarrollo de una postura ante la literatura y la escritura.

Es también por esto mismo que me detengo en estas breves palabras: porque, pese a hacerlo a través de una especie de alegoría, en este enunciado hay una posición tomada en relación con el valor de la palabra: es la fuerza que ella contiene la que hace a quien la lee y la pronuncia o la desliza en las páginas lo que produce la gestación de un universo único, irrepetible y al mismo tiempo polifónico, polifacético. Esta «magia», que algunos asocian más con la literatura (en especial la poesía) pero que es propia del discurso (con el propósito que persiga), es aquella que no sólo mencionan Tagore y otros escritores. También la hemos visto asomar, por ejemplo, para quienes siguen Lapizázulix en textos literarios en los que se habla del nacimiento de la literatura; en El cuento latinoamericano: Argentina (14) aparece el siguiente relato de Vicente Batista:

Nacimiento

Los antropólogos de la ciudad de Duke, en los Estados Unidos, estiman que el hombre de Neanderthal, que habitó la tierra hace más de cuatrocientos mil años, poseía el don de la palabra. Esta novedad podría contestar una pregunta que hasta hoy no tenía respuesta.

Para encontrar esa respuesta habrá que retroceder hasta una tribu de Neanderthal, una noche en especial. Los hombres y mujeres están alrededor del fuego, buscan calor y celebran el fin de otra jornada. A la mañana de ese mismo día, los hombres habían partido de caza en busca de alimentos. Las mujeres, en tanto, cuidaban a sus críos. Ahora que el sol ya se fue, es hora de descanso y de contar las experiencias del día. Cada hombre dice cómo atrapó a la presa que perseguía. No saben mentir.

Pero para uno de estos hombres la caza había sido su fracaso. Cuando llega su turno no tiene proezas para contar. Entonces decide inventarlas. Miente una cacería imposible. Lo hace con tal perfección que transforma esa mentira en una historia bella y apasionante. Todos piden que la repita. Aquella noche, sin saberlo, ese anónimo hombre de Neanderthal acababa de inventar la literatura.

Vicente Batista

JEAN-MARIE LE CLÉZIO

Discurso «El bosque de las paradojas»

Como en otras ocasiones, aquí arriba el link que los lleva a Ersilias.com, de donde extraje el texto completo del discurso.

El escritor francés obtuvo el premio en 2008. De lo que ha escrito hasta ahora lo que he leído fue El africano y luego de dedicarme a las palabras que dejó en su discurso siento que esa experiencia me ha servido para entender el espíritu con el que aborda el concepto de Literatura. Deberé leer otras obras diversas, pero esta (en la que habla de la relación con un padre que está en África como médico y al que visita y conoce de un modo diferente) creo que arroja claridad acerca de la mirada que el escritor europeo tiene de naciones y culturas africanas y americanas no siempre percibidas y elogiadas en su ser más profundo y creador.

En primer lugar señala que al preguntarse por qué escribe cree que la respuesta está en lo que, como civiles, han experimentado muchos como él en relación con la guerra, la época de reclusión. A su juicio, el escritor es mejor cuanto más se convierta en testimonio, aun a pesar de sí mismo; este testimonio también se relaciona no sólo con lo que pueden relatar los europeos sino también culturas como la africana, por ejemplo, en las que la posibilidad de la comunicación a veces se centra en el mito o en el canto.

Ni una sola vez la guerra ha sido para mí un momento histórico. Estábamos hambrientos, estábamos temerosos, teníamos frío, y eso es todo. Recuerdo haber visto a las tropas del Mariscal Rommel pasando por mi ventana en camino a los Alpes, buscando un pasaje hacia el norte de Italia y Austria. No tengo un recuerdo particularmente vívido de tal evento. Recuerdo, sin embargo, que durante los años siguientes a la guerra carecíamos de todo, particularmente libros y materiales para escribir.

Por otra parte, el escritor sólo puede dar testimonio porque la posibilidad de la acción está en aquellos que viven directa y plenamente las experiencias de las que él da cuenta. Además, en lo que denomina como «bosque de paradojas» el escritor descubre que aunque quiera llegar con su mensaje a los excluidos no le está permitido atravesar el obstáculo de las comunidades sin escritura y consecuentemente menos cercanas a la comunicación (a la que de todos modos abordarán en su universo a través del mito y la canción); «la literatura es un lujo de la clase dominante».

De un tiempo para acá, los escritores han dejado de lado la presunción de creer que pueden cambiar el mundo, cosa que harán a través de sus historias y novelas, germinando un buen ejemplo de cómo debería ser la vida. Sencillamente, quieren respaldar su testimonio. Ese es otro árbol en el bosque de las paradojas. El escritor quiere respaldar su testimonio cuando, de hecho, no es nada más que un simple voyeur.

A continuación señala que la necesidad de la literatura reside en dos razones: el LENGUAJE, que abre la posibilidad de la CREACIÓN, y lo que denomina PROFESIÓN DE PUBLICAR. Esta última, no remite sólo a la canónica definición de escritor sino que en palabras de Le Clézio nos conduce a las redes, Internet y también a alternativas como las que ha experimentado en poblaciones aborígenes: nota que allí el arte no es necesario, que lo que plasman no lo conciben como algo duradero, que pintan más sus cuerpos que un posible cuadro; sin embargo, también descubre que de pronto interviene una mujer que narra historias y que de ese modo vuelve el mundo diferente, etéreo, poético y que todo el que la escucha queda suspenso de ese universo que representa con sus palabras.

Pero una noche, una joven mujer vino. Su nombre era Elvira. Ella era conocida a lo largo de todo el bosque de los embera por sus habilidades para narrar. Era una aventurera y vivía sin un hombre, sin niños —la gente decía que era un poco borracha, un poco prostituta, pero yo no lo creí ni por un minuto—, e iba de casa en casa para cantar, a cambio de carne, una botella de alcohol o unas monedas. Aunque no tuve otro acceso a sus historias más que por traducción —el lenguaje de los embera tiene variantes literarias que lo hacen mucho más complejo que su forma cotidiana—, rápidamente me di cuenta de que ella era una gran artista, en el mejor sentido del término. El timbre de su voz, el ritmo de sus manos golpeando contra su pecho, contra su collar de monedas plateadas, y encima de todo ese aire de posesión que iluminó su rostro y su mirada, una suerte de trance rítmico mesurado, ejercía un poder sobre todos aquellos que lo presenciaban.

Tal vez sí, tal vez no: es posible que al llegar a las últimas líneas de su discurso les llame la atención la prolífica y diversa lista de los que menciona en su dedicatoria. Para quienes haya quedado en claro lo que transmití, sólo será el corolario que refleje lo expuesto.

Así que en este tercer milenio, que apenas ha iniciado, ningún niño en este planeta compartido, más allá de su género, su lenguaje o su religión, debe ser abandonado a la hambruna o la ignorancia, o llevado lejos del banquete. Este chico lleva consigo el futuro de la raza humana. En palabras del gran filósofo Heráclito, pronunciadas mucho tiempo atrás, el reino pertenece a un niño.

MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS

El escritor guatemalteco fue galardonado en 1967. Además de obras como Leyendas de Guatemala, no puede soslayarse una novela emblemática como El señor presidente, quizás uno de los estandartes que se vinculan con la nueva narrativa latinoamericana de la que habla en su discurso y que se enlaza, entre otros aspectos, con la representación sesgada de la experiencia de la dictadura (que revela sus huellas en la disgregación del lenguaje).

Quienes no hayan leído aun esa novela (o algunos de sus cuentos) quizás no lleguen a percibir el eje troncal de la construcción narrativa de este escritor. Tampoco les resulte claro quizás el desarrollo que realiza al comienzo de su discurso en relación con una historia de la narrativa latinoamericana, antes de pronunciar los párrafos finales en los que se dedica a la actualidad y a su relación con la Academia que lo ha convocado. Intentaré, entonces, sintetizar con claridad los aspectos centrales de esas dos partes en las que se organiza su discurso.

Lo que denomino «primera parte» abarca varias páginas. Las principales ideas enunciadas allí para entender el derrotero de la historia literaria latinoamericana son las siguientes:

  • En la literatura de los pueblos nativos (incas, mayas, aztecas) leer y contar son la misma cosa. Lo que se relata siempre es más novela que historia (seguramente porque nace de la mano de la explicación de la epopeya, de lo heroico y lo divino).

Son narraciones en las que la realidad queda abolida al tornarse fantasía, leyenda, revestimiento de belleza, y en las que la fantasía a fuerza de detallar todo lo real que hay en ella termina recreando una realidad que podríamos llamar surrealista.

  • Esta fusión entre lo narrativo y lo poético (vinculado con lo hablado, cantado y también con lo mágico) persiste en esos pueblos aun bajo el dominio de la Conquista. Más aún: no sólo se la puede encontrar en los escritos del Inca Garcilaso de la Vega (mestizo) sino que permanece en las páginas de las crónicas de los conquistadores, quienes intentan representar un mundo que no logran apresar con sus leyes de la realidad.
  • Desde sus orígenes, entonces, y atravesando las diferentes épocas la literatura americana es testimonio, representación, denuncia. En ese escenario, la Naturaleza es una fuerza que actúa su papel, a diferencia de los escritos europeos, donde ella oficia sólo como telón de fondo. Una de las épocas literarias en las que Asturias ve sobresalir el patriotismo en América es el Romanticismo; destaca a varios autores de diferentes países: José Mármol, Esteban Echeverría, Ricardo Güiraldes, Domingo Faustino Sarmiento, José Batres Montúfar, Rubén Darío, José Martí (los cuatro primeros son argentinos, el siguiente guatemalteco y a continuación aparecen el nicaragüense y el cubano) y señala en varios casos peculiaridades de sus obras que los vinculan con ese espíritu nativo americano que considera una presencia permanente.

A la pintura del indio malo, haragán y vicioso, tan propalada en Europa y tan creída en América por los americanos que lo explotan, Landívar opone la estampa del indio sobre cuyos hombros ha pesado y sigue pesando el trabajo en América.

  • Señala que luego de pasada la Primera Guerra resurge con fuerza un reencuentro de los escritores con lo nativo, originario y destaca «nada de lo humano le es ajeno» así como menciona a otros tantos autores que reflejan en sus escritos la reivindicación, el testimonio y la concepción de una Naturaleza que no es para los indígenas ni para sí misma sino para hombres que la combinen, como en la alquimia, con una hazaña verbal (la palabra es protagonista): Mariano Azuela, Juan Rulfo, Jorge Amado, Mario Vargas Llosa, David Viñas, Arguedas, Horacio Quiroga, Augusto Roa Bastos, Ciro Alegría, Rómulo Gallegos.

Novela auténticamente nuestra que está de pie en sus páginas leales al espíritu, a los puños de nuestros obreros, al sudor de nuestros campesinos, al dolor por nuestros niños mal nutridos reclamando por que la sangre y la savia de nuestras vastas tierras corran otra vez hacia los mares para enriquecer nuevas metrópolis.

  • Dado que la palabra es protagonista, adquiere valor su sonido antes que el concepto. Por esta razón le da relevancia a las onomatopeyas (como si esos sonidos representaran más profundamente y con claridad actos y acciones); las novelas parecen más narrativa hablada y además están ligadas a imágenes, lo que las vuelve «cinematográficas».

Está ya avanzado el proceso de mestizaje de nuestras letras al que correspondía en el reencuentro americano dar a su grandiosa naturaleza una dimensión humana. Pero ni naturaleza para dioses como en los textos de los indios, ni naturaleza para héroes como en los escritos de los románticos, naturaleza para hombres, en la que serán replanteados con vigor y audacia los problemas humanos. Aunque como buenos americanos nos apasiona la bella forma de decir las cosas, cada una de nuestras novelas es por eso una hazaña verbal

La segunda parte, aquella en la que se dirige a los miembros de la Academia en forma directa, comienza con la imagen de que el otorgamiento del Premio es algo así como el llamado a formar parte de una familia. Puede sonar extraño, considerando que el legado de Nobel surgió luego de que él tomara conciencia de la dimensión de su invento. Sin embargo, Asturias establece un paralelismo particular: el ímpetu destructor de Nobel presente en los explosivos usados en la actualidad para la apertura de minas y otros usos ya no vinculados con la guerra es para el guatemalteco similar a la forma en la que las novelas latinoamericanas actuales derrumban estructuras para llegar a una vida nueva.

El uso de las fuerzas destructoras, secreto que Alfredo Nobel arrancó a la naturaleza, permitió en nuestra América, las empresas más colosales. El canal de Panamá, entre estas. Magia de la catástrofe que cabría parangonarla con el impulso de nuestras novelas, llamadas a derrumbar estructuras injustas para dar camino a la vida nueva. Las secretas minas de lo popular sepultadas bajo toneladas de incomprensión, prejuicios, tabús, afloran en nuestra narrativa a golpes de protesta, testimonio y denuncia, entre fábulas y mitos, diques de letras que como arenas atajan la realidad para dejar correr el sueño, o por el contrario, atajan el sueño para que la realidad escape.

CAMILO JOSÉ CELA

Ersilias.com Discurso Premio Nobel

Comencé a leer las palabras de este escritor español nacido en Galicia, premiado en 1989, con más expectativas considerando lo que había encontrado en obras como Nuevas andanzas del Lazarillo de Tormes, Rol de cornudos y otros textos (a más de la más conocida de sus obras: La familia de Pascual Duarte).

Sin embargo, a punto estuve de abandonar la tarea luego de varias páginas en las que no aparecía en escena la literatura sino el lenguaje analizado como lo haría un lingüista, etnolingüista u otro experto en algunas ciencias del lenguaje. Por suerte, cuando era pequeña un libro de la colección Robin Hood me demostró que al voltear una página puede haber una sorpresa; gracias a ello, al continuar la lectura hallé por fin aquellas palabras que nos hablan acerca de la idea de la escritura, la lectura como actos trascendentes que nos atraviesan, transforman y expresan.

Pensamiento, lenguaje, libertad son tres aspectos que el ser humano combina y a través de los cuales, según Camilo José Cela, logra aprehender la realidad pero también trascenderla, aun quebrando reglas u órdenes establecidos. De acuerdo con su posición la ciencia y la literatura no se encuentran aisladas puesto que ambas pretenden abordar lo que está más allá de la vista.

Ahora bien, cuando a esos tres componentes se les suma la fábula (de fabular o imaginar)

A través del pensamiento el hombre puede ir descubriendo la verdad que ronda oculta por el mundo, pero también puede crearse un mundo diferente a su medida y los términos que llegue a desear, puesto que la presencia de la fábula se lo permite.

Para este autor la literatura se asienta en dos pilares: estético y ético, pero el equilibrio entre ambos no nos lleva a una ecuación exacta puesto que en la historia universal a veces queda demostrado que ambos no tienen el mismo valor o igual jerarquía (no sólo para el lector sino para el escritor)

Todavía podemos apreciar los poemas homéricos y los cantares épicos medievales, mientras que ya hemos olvidado, al menos en forma de conexión automática, el sentido ético que tuvieron en las ciudades helénicas y los feudos europeos.

De modo que, de acuerdo con lo observado anteriormente, para Cela el camino de la literatura, vinculada con la fábula, lleva al terreno de las utopías. Y en este sentido advierte que quizás lo que algunos observan en la literatura de anticipación (o ciencia ficción) no sea más que una serie de aciertos con respecto a algunas conductas del ser humano:

El papel de la literatura como laboratorio experimental ha sido resaltado numerosas veces gracias a la ficción científica, a la especulación acerca de épocas futuras que luego nos ha tocado vivir (…) Lo verdaderamente útil de la fábula como crisol experimental no es la anécdota del acierto en la anticipación técnica, sino el retrato, tanto puntual y directo como en negativo, capaz de trasmutar los colores de un mundo posible, ya sea futuro o actual (…) En realidad el valor de la literatura con experimento de conductas tiene poco que ver con las anticipaciones porque la conducta de los hombres sólo tiene pasado, presente y futuro en un sentido específico y limitado (…)

Lo que la literatura sí puede develarnos, gracias a la fábula, es el hecho de ciertas permanencias que se hacen evidentes para el «hombre universal»

Hay otros aspectos fundamentales de nuestra forma de ser que resultan, por el contrario, de una pasmosa permanencia, y nos permiten de tal forma conmovernos con una narración emocional radicalmente ajena a nosotros en términos temporales. Es el «hombre universal» el que tiene ese premio mayor de la fabulación literaria, en un taller experimental que no conoce ni fronteras ni tiempos. Son los quijotes, los otelos y los don juanes quienes nos enseñan que la fábula no es más que un ajedrez jugado mil veces distintas con las piezas que el destino puede en cualquier momento hacer aparecer.

Y además, la literatura, la fábula, nos presentan en lo que como hombres hemos logrado mientras en el camino la humanidad se había planteado ser como dioses: un aprendizaje que le da al hombre la posibilidad de entender y capitalizar su naturaleza interior, la de ser humano

(…)la fábula literaria ha resultado ser una herramienta decisiva en todo tiempo y en cualquier circunstancia: un arma capaz de enseñarnos a los hombres por dónde puede seguirse en la carrera sin fin hacia la libertad.