La demonología medieval (como posteriormente también la del Renacimiento) es minuciosa, ordenada, específica, aunque a veces parezca confundirse —según algunos medievalistas— con historias del folklore local de la región que corresponda. Quizá haya sido este último el caso de Titivillus, un demonio de quien se creía que trabajaba en nombre de Belfegor, Lucifer o […]
a través de Titivillus, un amigo de la casa — El Blog de Arena
Es curioso: cuanto más nos adentramos en el siglo XXI y por lo tanto hemos supuestamente dejado atrás muchas creencias, costumbres, tradiciones de la Edad Media, la época de la Inquisición y otras, paradójicamente más aparece en el arte (cine, literatura, entre otros) el desfile de demonios, seres con poderes peculiares, metamorfosis, mundos alternativos…
Recuerdo ahora la película «Pecados capitales», plagada de alusiones a la Divina Comedia y discursos similares. Hemos asistido a «El código Da Vinci» y obras derivadas de ella (tanto la novela como la película homónima). También hay casos en series televisivas: por los ’80 o ’90 una serie policial llamada La bella y la bestia hizo resurgir la figura de las gárgolas.
Refiero lo anterior porque me llamó la atención encontrarme con este post de El Blog de Arena, pero también es cierto que la sorpresa compitió inmediatamente con el universo completo de tópicos (como aparecen en el Diccionario de tópicos literarios de Elisabeth Frenzel), relaciones entre personajes similares procedentes de raíces folklóricas diferentes y más. Quizás todo se deba a que luego del realismo mágico ya nunca hemos vuelto a estar «con los pies en la tierra» o «en otro mundo» sino desterrados de ambos sitios o circulando entre ellos.